Thursday, November 11, 2010

Todo por una borra!



Leonardo es un chico listo. Hoy nos dio clases de matemáticas.

- Pues yo tengo un técnica, cuando me preguntan cuánto es siete más cinco, yo respondo diciendo que eso es facilísimo, y mientras tanto pienso la respuesta – comentaba Leonardo cuando su madre le indicaba que era hora de estudiar matemáticas.
- A ver esa es una buena técnica, pero cómo no la pilles, quedas como un tonto – respondió la madre.
Lo más divertido es que mientras él intenta explicarnos cómo funciona su técnica, se equivoca un par de veces.
- A ver cómo la pones en práctica, ¿cuánto es 6 más 3?- preguntó la mamá
- Pues eso está regalado- respondió Leonardo con picardía
- Pero venga responde!
- ¡Pues 8!
- ¡¡No!! Has visto que no quedas como listo si no respondes bien la pregunta – reclamó la madre sonriendo
- 7 – insistió Leonardo buscando entrenernos
- ¡Que no!
- ¡Ay!, 9 – dijo finalmente el chico entre carcajadas
- A la tercera es que has respondido – concluyó el ejercicio la mamá de Leonardo.

Las risas inundaron la cocina con Leonardo, quien antes de empezar la lección de números, intervino par de veces en la historia de Tina - una chica que también nos acompañaba - para poner ejemplos con casos que suceden en su aula de clases.

- Siempre hay gente pesada – le respondió Tina a Leonardo cuando éste le preguntó por qué ha tenido un mal día en el trabajo.
- ¿No hay gente pesada en tu clase? – le pregunté a Leonardo con curiosidad.
- ¡Uff!!! – dijo con tal gesto que cualquiera creería que su madre debería cambiarlo de escuela – Por ejemplo, un chico me ha metido en el baño y me ha dado un puñetazo en el ojo porque no quería hacer lo que él pedía.
- ¡Pero que pesado! – le respondí – ¿Cómo se llama ese chico?
- Anuar
- Hasta nombre feo que tiene – le comenté sacándole una sonrisa.
- Si que es feo su nombre. Y es muy fuerte, pero es un tonto y está en tercero. Yo estoy en segundo, pero soy más listo que él. - me confesó bajando la voz.

Leonardo no sufre de autoestima, eso está claro, además que no tiene por qué, pues es un niño guapo.

- Una chica del aula ha armado todo un rollo porque la he empujado – contaba el chico cambiando la historia.
- Pero es que no se le pega a la gente Leonardo, te lo he dicho ¿eh? . – le recordó la madre.

La curiosidad pudo más y le pregunté que había pasado con esa chica, cuyo nombre no era muy diferente al de Anuar, pero me contuve de decirle algo, pues en su cara pude notar que quizás le gustara y seguramente en unos años puede acabar siendo su primer beso, novia, primera vez… Los que se odian se aman, decíamos a su edad.

- Es que me ha quitado una borra que he puesto en la mesa (de seis). Yo la puse y ella la cogió y cuando se la he pedido, me ha dicho que no… es que no entiendo, ¡todo por una borra!!... – dijo con un suspiro mientras negaba con la cabeza, dejando claro lo mucho que le molestó el episodio.

Risas de nuevo.

- Gua! La vida es una película!. – concluyó Leonardo.

Si, yo creo que le gusta la chica.

Wednesday, November 10, 2010

Lucas en el Metro



Hoy conocí a Lucas en el metro. Se posó frente a mi, pero hablaba con otra. Llevaba lentes, estaba despeinado y desarreglado, pero daba un aire de inocencia.
Lucas es preguntón.

- ¿Para qué es esto?- preguntó señalando eso que parece una silla ubicado cerca las puertas de los vagones del metro.
- Para que las personas que son más altas que nosotros apoyen su culo, les sirve de asiento, aunque no estén del todo sentadas – le respondió la chica.

Lucas tiene acento español-argentino (el nombre podría darlo a entender) y es inquieto. Se quiso mover de lugar, pero no lo dejaron. Sin embargo, hizo que yo me moviera del otro “apoya culo”, el que estaba enfrente, porque quería leer la definición de Metamorfosis pegada justo arriba. Seguramente su función es instruir a alguien y Lucas no era la excepción a pesar de su corta edad.

¿Les dije que Lucas es preguntón?

- Mamá, ¿qué es Metamorfosis? – preguntó Lucas, revelando por fin la identidad de la chica.
- Es una transformación – respondió la madre que podía pasar por una hermana, prima o niñera.
- ¿Cuántas paradas faltan? – replicó Lucas, haciendo caso omiso a la primera respuesta.
- Muchas – dijo casi por inercia la mamá del chico.

Siguió leyendo en voz alta. Sílaba por sílaba. A ese paso llegaría a la parada “muchas” y no habría ni terminado la mitad. Es un texto complicado para su edad, pero él no se daba por vencido. Saltaba algunas letras e intentaba averiguar de nuevo.

- Mamá, ¿qué significa Confesionario? – continuó Lucas.
- Es el lugar donde la gente se confiesa. Ven para acá – respondió su madre arrimándolo hacia ella.

Lo abrazaba, buscando que no se moviera tanto de lugar y aprovechó para entablar una nueva conversación.

- Hoy te vas a portar bien y vas a hacer lo que te diga, ¿eh? – pidió la madre con tono de quien regaña de forma educada.
- ¡Pues claro!, yo me porto bien – contestó el niño sin mirarla a los ojos.
- No me refiero a bien como ayer, no quiero que hagas de nuevo eso que hiciste – siguió diciendo su madre en el mismo tono.

Ignoro que hizo Lucas, pero a conciencia por las líneas que siguieron puedo deducir la historia común de su vida. A su corta edad, vive con su madre, una mujer joven, divorciada o soltera, que acaba de conocer a Guillermo, quien, si quiere seguir en esa relación, tendrá que aprender a lidiar con Lucas y sus ocurrencias.

- No quiero que te portes mal con Guille, lo que hiciste fue muy feo. Te portaste muy feo. Guille te quiere mucho, pero tienes que portarte mejor con él… ¿vale? – terminó de decir la madre mientras llegábamos a mi destino final.

Lo último que alcancé a ver fue a Lucas asintiendo con la cabeza.

¿Habrá tenido alguna especie de remordimiento por sus actos? Independientemente de la respuesta, su reacción será algo que recordará toda la vida.